Una de las cosas que más me gusta en la grabación de eventos es la espontaneidad. En esa espontaneidad, el operador de cámara debe conocer bastante bien su equipo para capturar los momentos importantes y además, darles un toque fresco y creativo. En la grabación de bodas hay que ser muy efectivo, sobre todo en los momentos que son irrepetibles; en las bodas que he realizado, cuántas veces no hubo algo que me impedía grabar a los novios poniéndose los anillos. Mentalmente, tenía preparado una segunda posición de grabación, en caso de que un invitado, el fotógrafo o cualquier otro personaje entrara en plano. Son momentos en los que el manejo del foco es algo crucial y, con su componente estético dan imágenes muy buenas.
Aunque las jornadas son bastante extenuantes, tanto para los novios como para el personal de eventos, la genuina alegría de esos momentos dejan buenos recuerdos y siempre se comparten bastantes sonrisas.